domingo, 7 de septiembre de 2014

3° Pared: Lo malo que me pasa es siempre culpa de los demás

Describiré la esencia de esta 3° pared de la caja que nos encierra, invitándolos a responder las siguientes preguntas referidas a aquellas personas que conocemos: ¿Quién conoce a alguien que de buenas a primeras reconozca haber sido culpable en un choque con otro automóvil? o ¿A alguien que al ser despedido de su trabajo, diga que fue porque él no hizo bien las cosas? o
¿A alguien que  al fracasar en una relación de pareja, diga que fue el principal responsable? o ¿A alguien que habiendo fracasado en un negocio con un socio, reconozca haber sido el principal culpable? Por lo menos yo no, puesto que siempre conozco a los que fueron chocados, a los que fueron despedidos sin razón o por envidia, a los que los fracasos de pareja son culpa del otro y a los que el negocio fracasó por culpa del socio. Es decir, cosa muy rara, yo conozco siempre a los perfectos, a los buenos, a los trabajadores y los honrados.

La verdad es que no es así, puesto que lo anterior refleja la incapacidad generalizada que tenemos los seres humanos de no sentirnos responsables de lo malo que nos pasa y actuar de manera pueril o infantil (puesto que estos efectivamente no son responsables de lo que les pasa) ante los problemas, crisis y dramas que vivimos. Encontramos muy cierto el dicho  “el que siembra vientos cosecha tempestades” pero solo cuando se lo aplicamos a los demás, nunca a nosotros. 

Una de las situaciones más patéticas que uno puede ver de esta pared en acción, son las continuas acusaciones mutuas de los políticos de las distintas tendencias (y épocas), respecto a las causas de los fracasos de los planes del gobierno de turno. Si sucede que son gobierno, los planes fracasan porque la oposición los boicotea. Si en cambio son oposición, los fracasos de deben a que los del gobierno son unos ineptos. Pero cuando se invierten los papeles las acusaciones son exactamente las mismas. La guinda de la torta es cuando en un país no hay oposición e igual se fracasa. En tal caso la culpa es de otros países. Por último es patético ver como cuando un político es descubierto en situaciones o delitos flagrantes su respuesta inmediata es que es un montaje de la oposición. 

En lo que respecta a la pared aquí planteada, lo llamativo de esto no es que esto pase, sino darse cuenta que los políticos estén genuinamente convencidos que tienen razón, dando con esto un ejemplo total de inconsecuencia. Para reírse son ya los sesudos análisis que ellos mismos hicieron en Chile después de la última elección presidencial tratando de encontrar las causas de la gran abstención que hubo, especialmente entre los jóvenes, sin reconocer jamás que ellos, con actitudes como las descritas, son los únicos responsables de ese desencanto. 

Una derivada importante e igual de nociva de esta pared, es la incapacidad que tenemos de mirar lo que nos pasa desde la perspectiva de los otros. Tenemos la convicción  absoluta, pero errada, que lo que pensamos, lo que creemos y la interpretación que hacemos del mundo, es la única correcta y encontramos muy inteligentes a aquellos que piensan como nosotros. Resulta patético escuchar una conversación entre dos personas porque ambas hablan con la total convicción que tienen toda la razón en lo que dicen, especialmente cuando están hablando mal de un tercero no presente en la conversación. No existe ningún instante en el que uno de los dos diga “y si no fuera así”.

Lo que policías, fiscales, psicólogos, abogados, jueces y jurados, todos profesionales en conocer la verdad, se demoran años en investigar y esclarecer (cuando lo logran), el hombre común lo resuelve en un instante, sin pensar ni por un  momento que puede estar equivocado. Esto no solo se aplica en las relaciones persona a persona, sino que también a gran escala. Es así por ejemplo como los católicos piensan que los musulmanes están equivocados y más duros todavía, estos últimos creen que todos los que no son musulmanes son infieles y deben ser convertidos y son eliminados.  


Esta es una de las paredes que más nos encierra en nosotros mismos, puesto que representa la estrechez en la mirada con la que vemos el mundo desde la creencia que somos infalibles, pared que se ha creado cada uno de nosotros y que lleva aparejada, por un lado el no crecer como personas y por otro, obtener resultados funestos para nuestra vida, con el consiguiente alejamiento de personas que nos podían haber aportado mucho en nuestro crecimiento. Y es así como nos alejamos de hermanos, tíos y amigos e incluso muchas veces a nuestros propios padres, convencidos que Dios nos premió con el don de tener siempre la razón y mientras el otro no lo reconozca no merece mi perdón.  


Hasta la vista

Un abrazo a todos

Patricio

2 comentarios:

  1. Amigo Pato, he leído con detenimiento tu blog, hice un comentario hace unos días pero no quedo grabado¿por que? no tengo idea, no soy muy experto en esto y me da la impresión que le ha pasado a otros que han querido dejar un comentario. Lo que pienso es que una cosa es escribir lo que uno piensa en base a la observación de lo que nos sucede hoy en día, y otra muy distinta es aplicar lo que pensamos a nuestra propia realidad, lo más dificil en la vida creo es hacer praxis lo que hemos aprendido en nuestro deambular por ellas diferentes corrientes de pensamiento y filosofías, es relativamente fácil entenderlas y hasta explicarlas, pero a la hora de hacerlas realidad en nuestra propia vida la cosa se pone peliaguda.

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    1. Amigo Elquiano, TIENES TODA LA RAZÓN y te agradezco tu comentario. El exponerlos y comentarlos tiene el gran mérito que tomamos conciencia y si lo queremos realmente podemos (en forma balbuceante y con muchos avances y retrocesos) llevarlo a la práctica. Dado que tampoco soy muy experto en lo digital me encantaría me enviaras tu nombre a mi email. Discúlpame no haberte contestado antes pero he estado en mil cosas. Un abrazo y gracias de nuevo. Pato.

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