domingo, 18 de enero de 2015

Cómo es el mundo fuera de la caja y cómo se sale


A diferencia de Gaspar Hauser que nunca tuvo la posibilidad de salir por sí mismo, el hombre actual si la tiene pues para hacerlo solo depende de si mismo, pero quizás tiene que hacer algo mucho más difícil que lo que habría tenido que hacer Gaspar Hauser en el caso que hubiese intuido un mundo más allá de su celda. A él le habría bastado con patear las paredes que lo encerraban, vale decir luchar contra elementos materiales que lo apresaban. En cambio el hombre actual tiene que luchar contra sí mismo para derribar las paredes psico-sociales que se ha construido, lo que para la gran mayoría es punto menos que imposible. Sigamos aprovechándonos de Gaspar Hauser para comprender nuestra propia situación.
 
Si por un descuido de sus celadores Gaspar hubiese podido salir de su celda hacia las otras habitaciones de la casa, no habría podido entender nada de los objetos que habían en ella, como sillas y mesas, pero peor que eso, no habría entendido ni la amplitud del espacio, ni la perspectiva, ni la distancia como se pudo comprobar cuando estuvo alojado en él ayuntamiento de Nuremberg. Y si a continuación hubiese salido hacia el exterior de la casa, probablemente en vez de maravillarse como haría cualquiera, se habría  horrorizado de la amplitud del espacio circundante, de la luz del sol, del color, de los sonidos, del viento y de los animales. Y si se hubiese  encontrado con otro hombre y este le hubiese hablado, probablemente habría tratado de arrancar hacia su celda por ser ésta su mundo conocido, su refugio, su seguridad y de haberlo lograrlo se habría encerrado para siempre, perdiendo de paso las ganas de aventurarse más allá de este.  
 
Analógicamente, si describimos el mundo de fuera de nuestra tan bien construida caja, tendríamos que decir primero que nada que no es un mundo físico-natural como el de Gaspar Hauser, sino que es un mundo psico-social. En este, las personas viven vidas que tienen sentidos trascendentes, lo que no significa grandiosas pues pueden ser muy sencillas y anónimas. En este mundo las personas valen por lo que son, lo que es atemporal y no por lo que tienen en cosas materiales o poder, siempre temporales. Aquí las personas no sienten que siempre tienen la razón ni menos que la verdad es relativa, reconociendo muchas veces que no la conocen. Por ende prima el diálogo, que es el buscar la verdad entre varios, por sobre la discusión, que es convencer al otro que se tiene la razón. El mundo fuera de la caja es un mundo inclusivo en el cual no se discrimina a nadie por ningún concepto; es un mundo de gente que por sobre todas las cosas está buscando crecer como personas en lo valórico y en lo espiritual. Es un mundo en el cual existe “la conciencia que el otro existe y merece ser respetado”, siendo el respeto, la inclusión y la tolerancia los principios esenciales de la convivencia humana. 
 
Cuán lejos está este mundo exterior de aquel dentro de la caja en el cual cada uno piensa solo en sí mismo y el respeto, la inclusión y la tolerancia brillan por su ausencia. Dentro de la caja los valores más apreciados son lo que yo   metafóricamente llamo los 4 jinetes del apocalipsis: el dinero, el poder, la fama y la belleza (aparejada con verse joven), valores que por obtenerlos, la gran mayoría se desvive malgastando su vida en ello. No siendo malos per se dichos jinetes, lo terrible es que la mayoría de las personas está dispuesta a hacer cualquier cosa por obtener aunque sea uno de ellos, aplicando el nefasto principio de que el fin justifica los medios. Como resultado, dentro de la caja reinan cada vez más enfermedades como la depresión y el estrés, enfermedades asociadas a vivir vidas sin sentido y a traicionar nuestro interior para vivir persiguiendo cosas que sin saberlo, aunque las consigamos, nunca nos harán felices. A su vez como digo antes, en vez de la generosidad reina el egoísmo, en vez de alegrarse por él éxito del otro, reina la envidia y en vez de luchar contra uno mismo para ser mejor, denostamos a los demás para sentirnos mejor que ellos.   
 
En el mundo de la caja las personas dicen que “tienen lo que han conseguido atesorar”, en cambio en el mundo de fuera de la caja, las personas sienten que “solo tienen lo que han dado a otros”, lo que justamente es la materialización del sentido de trascendencia, que es dejar algo bueno más allá de uno mismo.
 
Pero no debe pensarse que el mundo de afuera de la caja es el paraíso, puesto que este es a su vez de dulce y agraz. De dulce porque uno siente  tranquilidad, bienestar y paz interior – ergo felicidad - puesto que se siente útil a la humanidad y consecuencia consigo mismo y a pesar que de todas formas las personas en este mundo también cometen errores, están dispuestos a aprender de éstos sin echarle la culpa a nadie. Esta potente sensación de bienestar interno es inmune a los problemas  que las personas de este mundo exterior también viven, pero estos mismos sentimientos les ayudan a mirarlos desde una perspectiva de crecimiento y aprendizaje y no desde la perspectiva infantil y fatalista de “por qué a mí” como pasa al interior de la caja.
 
De agraz porque al tener conciencia que el otro existe y desearle lo mejor, los que están afuera sufren al ver atrapados a los que están dentro - especialmente si los aman - malgastando su vida en cosas banales y fútiles y no creciendo como personas. Es como haber sabido que Gaspar Hauser estaba en una celda y no haber podido hacer nada por liberarlo. De agraz también porque al mirarse al espejo del crecimiento espiritual se dan cuenta de lo que les falta  por crecer, por a veces no sentirse capaces de hacerlo, por retroceder y por pensar en algunos momentos abandonar todo y meterse dentro de una caja y olvidarse que alguna vez se quiso crecer. 
 
Puesto así, sin duda que al igual que para Gaspar Hauser, el mundo fuera de la caja es un mundo aterrorizante para los que están en ella, mundo en el cual no sirven las capacidades, habilidades y herramientas que permiten sobrevivir dentro de la caja y por ende es poco probable que de buenas a primera alguien desee vivir en este. De alguna manera es como encontrarse totalmente desnudo en medio de gente bien vestida. Pero no hay que aterrorizarse porque a diferencia del mundo físico-natural de Gaspar Hauser, del cual con un paso se salía, para salir de un mundo con una cierta estructura psico social y pasar a otro con una estructura diferente, se requiere de un proceso de transformación interno muy potente, relativamente lento y de mucha renuncia, esfuerzo y perseverancia.
 
Por último la forma de salir de nuestra caja, como de cualquier caja, es en primera instancia por la tapa lo que corresponde en este caso a darle un sentido a nuestras vidas que vaya más allá de nosotros mismos. En paralelo se debe empezar a debilitar las paredes, concentrándose primero en aquellas que nos sean más fáciles, que las sintamos menos duras para nosotros. Así por ejemplo empezar a escuchar más, a darle una oportunidad a aquellos que excluimos, a pensar que no puedo tener siempre la razón, a reducir nuestras deseos de atesorar cosas y vivir vidas más sencillas, etc. En síntesis hemos de cuestionar los lados de la caja. Por último se debe fortalecer nuestra formación y cultura en todos los campos del saber y el hacer.
 
Cierro este escrito regalándoles la siguiente frase que alguna vez leí:
 
“Aunque fracase, podré seguir mirando a los ojos a los que amo
Sí ellos saben que al menos lo he intentado”
 

lunes, 15 de septiembre de 2014

El Ser Humano de inicios del Siglo XXI un moderno Gaspar Hauser

Estimados amigos, hoy quiero escribir acerca de la situación psico - social en la que percibo al Ser Humano al inicio de este tan esperado Siglo XXI. El título habla por si mismo "el Ser Humano como un moderno Gaspar Hausser" y sin duda lo primero que tengo que hacer es explicar quién fue Gaspar Hauser y por qué lo considero una metáfora del hombre actual. Vamos allá.
 En 1815 apareció en una de las plazas de Nuremberg un joven de alrededor de 18 años el cual permaneció más de dos horas parado, casi inmóvil y con los brazos levemente alzados al cielo. Para los vecinos de Nuremberg -que a la sazón era un pueblo pequeño- este extraño hecho no podía pasar desapercibido, por lo que algunos de ellos decidieron abordar al joven.  Al hacerlo se dieron cuenta de que el muchacho era absolutamente desconocido para todo el pueblo, pero lo más extraño era que al parecer no tenía ninguna noción de lo que era el mundo que le rodeaba. Como pudieron constatar a medida que lo iban conociendo, no sabía caminar, no sabía hablar, ni conocía ninguna regla de interacción con los demás hombres. Era tal su desconexión con el mundo, que por ejemplo, se asustaba de su propia sombra, o trataba de tomar el fuego con las manos -con lo que naturalmente se quemaba como cualquiera -, o se le podía acercar algo punzante en forma violenta a los ojos sin que él tuviera  ningún tipo de  reacción refleja o consciente.
Otro hecho que mostró su falta de relación con el mundo fue que a la mañana siguiente de su aparición, al despertar en un cuarto que el ayuntamiento de Nuremberg había dispuesto para él, posó su mirada en una ventana que se encontraba a más de 5 metros de donde él estaba y a través de la cual se podían ver algunos árboles del paisaje circundante.   Entonces y para sorpresa del guardia que lo cuidaba, desde donde el joven estaba acostado estiró su mano para tomar lo que  veía a través de la ventana.  Es decir, no tenía ni los más mínimos conceptos de espacio, perspectiva y distancia. Podía ver además en la más absoluta oscuridad y tenía una relación maravillosa con los animales.  La sensación era de que este joven -al cual se le puso por nombre Gaspar Hauser- de pronto se había materializado en nuestro mundo, lugar del cual no sabía ni conocía absolutamente nada.

Durante varios años se investigó su vida hasta antes de su aparición a los 18 años, para lo cual, en la medida que él empezó a convivir con los demás hombres, se contó con su total colaboración. En el intertanto aprendió a leer y a escribir. En esta convivencia -que duró sólo 4 años, pues fue asesinado  - demostró una gran inteligencia y una infinita bondad. Las investigaciones concluyeron que Gaspar Hauser  fue encerrado -nunca se supo por quiénes ni con qué motivos- a la edad de tres años en un cuarto totalmente aislado del mundo, en la más absoluta oscuridad y silencio. Esto le significo no percibir nunca a ningún otro ser humano, ni ruidos, ni luz, es decir, nada. Era  además un cuarto -que él mismo reconoció cuando descubrieron la casa- en el que a un adulto le era imposible estar de pie.  Para alimentarlo y asearlo le echaban un fuerte somnífero en el agua que le dejaban, y una vez que lo sabían dormido podían hacer lo necesario para que el joven siguiera habitando dicho lugar, sin que él se diera cuenta de que afuera existía un mundo entero. La casa estaba ubicada en las afueras de Nuremberg y los vecinos sólo pudieron decir que al parecer ahí vivió durante muchos años un matrimonio de ancianos que nunca nadie conoció personalmente.

Gaspar contó que un día se “abrió” la oscuridad y apareció un algo -uno de sus celadores naturalmente- que luego de enseñarle durante un par de días algunas cosas mínimas,  lo llevó entre caminando y arrastrando a la plaza en la cual fue descubierto por los vecinos, donde le abandonó.
 
Por favor cierren los ojos un momento y traten de revivir la experiencia de este niño, como él la vivió y verán que es algo aterrador. Para completar el misterio hay que decir que nunca fueron descubiertos ni sus raptores, ni sus celadores,  ni sus asesinos, ni tampoco se llegó a resultados concluyentes respecto de las razones de tan inhumano y extraño tratamiento.

 Y así como Gaspar Hauser vivió encerrado durante 15 años, sin saber que a sólo 5 centímetros (el espesor de las paredes de su celda) había un mundo maravilloso, la gran mayoría de los hombres actualmente vive encerrado en una caja psico - social similar sin saber que también a "5 centímetros" (o delante de sus narices) existe un mundo maravilloso que al igual que Gaspar Hauser pasan lo mejor de su vida (o toda su vida) perdiéndoselo. Como toda caja tiene 6 lados (piso, 4 paredes y tapa). En mis próximas 6 entradas a este blog describiré cada uno de estas 6 partes de la caja y en una última entrada, la 7°, describiré el mundo que los hombres así atrapados se están perdiendo.

Un abrazo a todos.         

sábado, 13 de septiembre de 2014

La tapa de la caja del hombre actual (un moderno Gaspar Hauser)

Si le preguntáramos a cualquier animal, supongamos un zorzal, ¿Para qué vives? Y él nos pudiera contestar, con toda seguridad su respuesta sería: ¡vivo para sobrevivir el mayor tiempo posible y para esto me construyo un nido, me busco una pareja, tengo hijos, los cuido lo mejor que puedo y cuando ya viejo me preparo para morir con el menor sufrimiento posible!. Desde esta respuesta  podemos afirmar que los animales viven solo para sí mismos, hecho del cual son absolutamente inconscientes e inocentes. 
¿Y cuánto difiere esta respuesta de la daría la gran, pero gran mayoría de los seres humanos en estos tiempos? Siendo sinceros la respuesta es “en nada”. Es decir actualmente los seres humanos – y desde siempre por lo demás – vivimos solo para nosotros mismos y por ende repetimos el mismo ciclo de los animales descrito arriba.  

Y si a continuación le preguntáramos al zorzal respecto al sentido de sus vidas, sin duda que contestaría: ¡sobrevivir sin sobresaltos el mayor tiempo posible, como ya te dije! Tal como sabemos, quizás un poco más adornada, esta es la respuesta que daría también  la gran mayoría de los seres humanos. Esto nos lleva a concluir que vivimos vidas sin sentido (lo cual no significa que necesariamente sean malas vidas (de hecho hay animales que viven muy bien)). Y así cuando levantamos la vista en nuestra caja vemos que la tapa es “no encontrarle sentido a nuestras vidas”, lo que a diferencia de los animales, nos produce un sentimiento de vacío y angustia que rápidamente tapamos con mil razones, actividades, cosas y excusas. Y nos transformamos en un container de plomo depositado en el fondo del mar con material radiactivo, que si llega a salir puede destruir nuestras vidas.    

¿Pero qué significa vivir una vida con pleno sentido? Para responder esto hay que hablar de lo que significa trascender. Dicho en simple, trascender es dejar algo relevante más allá de nosotros mismos, es decir para los demás. Demás está decir que no se refiere a cosas materiales o mundanas. Personajes como Cristo, Mahoma, Buda, Gandhi la Madre Teresa dejaron una trascendencia que abarca al mundo entero. Pero hay decenas de miles de personas no tan conocidas, que trascendieron en beneficio de toda la humanidad en campos  como las ciencias, la medicina, la filosofía, el deporte, el arte, la política, etc. Y también hay millones de personas anónimas que han trascendido y lo siguen haciendo, en los distintos frentes del quehacer humano, en sus comunidades o meramente en aquellos que los rodean.

Todas estas personas a través de la trascendencia han roto el ciclo animal de nacer, desarrollarse y morir sin dejar huellas que importen y han encontrado o dado un sentido a sus vidas, sentimiento que nos lleva a sentir la verdadera felicidad.
    
Así la vida adquiere sentido para una personas cuando establece en forma consciente “que es aquello trascendental que quiero dejar para los demás”, lo cual no tiene por qué ser grandioso, ni menos hacernos famosos, solo basta con lo que a uno le haga sentido y por ende le dé sentido a su vida. Esto le permitirá dejar de sentir ese vacío arriba mencionado y que lleva a muchas personas a caer en depresión y estrés, entre otras enfermedades. Cierro diciendo que una vida con sentido podría tener por lema “sólo tengo lo que he dado”.        

jueves, 11 de septiembre de 2014

1° Pared: Creer que soy lo que tengo

“La gente compra lo que no necesita, para parecer lo que no es, con dinero que no tiene” es una muy buena frase que le escuché a Cristián Warnke hace algunos meses y que refleja muy bien la primera de las paredes de la caja que nos aprisiona, que la podríamos enunciar como “soy lo que tengo”. Hace algunos años, cuando en nuestro país se empezó a masificar el celular pero aún no estaba al alcance de todos, podíamos ver en la calle escenas patéticas – para vergüenza de todos – de personas usando en sus autos celulares de madera para aparentar que tenían. Lo mismo pasaba con personas que iban a supermercados de barrios más pudientes, llenaban sus carros con mercaderías que luego abandonaban antes de pasar por la caja o señoras que iban a misa a barrios que ellas consideraban “altos”. Tal fue así que en 1997 el cantante Joe Vasconcellos lanza su canción La Funa que cuya letra es la siguiente. Entiéndase el término “se funó” como se jodió.   

Joe Vasconcellos – La Funa   
Joe Vasconcellos



Pide dinero prestado
Vive asustado
Lleno de deudas y de apariencias
Llena el carrito y no compra nada
Llama de madrugada medio curado
Por el encargo que le han robado
Y de la plata mejor ni hablar

Paso que se funó, se endeudo, vacunó
Paso que no entendió, se perdió, cooperó
Paso que se funó, se endeudo, vacunó
Paso que no entendió, se perdió, cooperó

Sueña ser parte de las columnas sociales
Tiene más deudas que el tercer mundo
Pero es porfiado y quiere posar-vive todo el día
Aparentando ante los vecinos
Colegio caro, vida postiza
Vive lo absurdo con celular.
  
“Soy lo que tengo” es lo que nos lleva, tal como lo expresan Cristian Warnke y Joe Vasconcellos, a endeudarnos más allá de nuestras posibilidades de corto y largo plazo y deja el campo abierto a la usura de ciertos bancos que cobran hasta un 4% mensual en sus Líneas de Crédito (lo que suma más de un 70% anual compuesto, lo que es un robo que en nuestro país nadie controla). Hasta hace poco la gente más humilde, verdaderamente necesitada de algún financiamiento, no preguntaban por la tasa a la que se endeudarían (dado que además no es fácil de entender cómo se aplican las tasas),  sino que solo por la cuota y su criterio de decisión era si la podían pagar o no, y casi siempre podían, porque se demostraba que la gente de menos recursos era la mejor pagadora.

Mauricio Israel Icono de este drama
 Pero actualmente ni eso se preguntan la gran mayoría de los que se endeudan – y aquí estoy más allá de la gente humilde e incluyó a profesionales que si saben lo que es una tasa y sus efectos – puesto que el criterio de decisión predominante hoy es “tengo que tenerlo cualquiera sea el costo”. Antiguamente el único tema en el que todos estábamos de acuerdo en endeudarnos más allá de nuestras posibilidades era por una enfermedad grave, pero hoy está pasando en Chile en cosas tan banales como autos, televisores, viajes al extranjero y colegios. 

Es patéticamente sorprendente pasar por poblaciones de gente muy humilde en la que se ven estacionados en las casas automóviles muy costosos y que disponen del televisor más grande y más caro del mercado. Respecto a los automóviles, llama  la atención la cantidad de 4X4 que se ven en las calles en una ciudad y país en los que son absolutamente innecesarios y en el que más del 99% de los que lo tienen jamás requerirán usar ni siquiera la doble tracción. Como todos sabemos esto son autos caros de usar tanto por el precio como por su baja eficiencia en el uso de gasolina.  ¿Y Cómo lo hacen con estas cuotas que ya no pueden pagar?. Simplemente sacrificando cosas básicas como la salud, la alimentación y la educación, en la lógica terrible que "soy igual a ti que te considero más que yo porque tengo un auto caro como él tuyo y veo televisión en el mismo aparato que tú".


Esta es la una de las paredes más terribles de nuestra caja puesto que nos hace vivir angustiados, temiendo la llegada de fin de mes, desvelándonos, sacrificando aquello que no deberíamos sacrificar, sufriendo por creer que teniendo seremos, que es una de las falacias más terribles que podemos vivir como seres humanos. Esta pared además nos transforma en víctimas propicias de la publicidad "por qué no tener ahora lo que siempre deseór", lo que nos impele a actuar como niños, los que no pueden postergar la inmediata satisfacción de sus necesidades, evitando que ahorremos y promoviendo que nos endeudemos hasta el cuello.       
       

martes, 9 de septiembre de 2014

2° Pared: Todo es relativo: Mi verdad es la verdad

Albert Einstein con su Teoría de la Relatividad, hizo un aporte extraordinario a la ciencia en su siempre constante búsqueda de la comprensión del mundo que nos rodea. Uno de los efectos más llamativos y sorprendentes  para aquellos que no nos dedicamos a la Física, es la afirmación ya demostrada, que una persona viajando en un cohete a alta velocidad, envejece más lentamente que otra que se quedó en la tierra  en estado de reposo. Otra forma de decirlo es que si comparamos el tiempo transcurrido en un reloj que se quedó en la tierra y otro que va en el cohete, después de un tiempo, el reloj del cohete ha marcado menos horas que el que se quedó en la tierra. Todo lo anterior es más evidente mientras más cercana a la velocidad de la luz viaja el cohete.

Edad de cada uno al inicio y fin del viaje
Habiendo hecho mucho bien a la humanidad las ideas de Einstein, lo que nadie previo era como entendería la gran mayoría de nosotros la frase acuñada por la Física de que “todo es relativo” aplicable solo al dominio de los cuerpos en movimiento a velocidades muy altas. El hombre común extendió esta idea a todo tipo de campos y verdades, lo que está poéticamente expresado en el  famoso tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo cuando dice referido al Siglo XX:


Una Belleza Nueva a las 8 AM y la Farándula en Horario Prime
"TVN el Canal de todos los Chilenos"


Todo es igual

nada es mejor

lo mismo un burro

que un gran profesor 





Así si alguien con mucho conocimiento de algo está exponiendo o explicándole a otro lo que es la verdad respecto a ese tema, el otro, que supongamos ignorante al respecto, le basta con decirle “esa es tu verdad pues yo pienso de otra manera o creo que la verdad es esta otra”, para descalificarlo totalmente, dejando al sabio frustrado y quedando el ignorante más ignorante que antes, puesto que ahora además cree que sabe. Esto nos ha llevado a la extraña paradoja de que todos creemos tener la razón en cualquier  tema que se esté discutiendo, pero lo que es peor es que no nos abrimos a la posibilidad de que estemos equivocados y aprender de los demás. Esto no solo tiene efectos nocivos a nivel individual, puesto que opinamos y actuamos desde la ignorancia más supina, sino que también a nivel colectivo. Por ejemplo cuando se les pregunta a los que se oponen a las centrales hidroeléctricas respecto a cómo entonces generar energía para el país, su respuesta es que no saben o a lo más balbucean algunas ideas totalmente inaplicables. Lo mismo sucede cuando se les pregunta a aquellos que las apoyan respecto a cómo evitar el daño medio ambiental. Vemos así que nadie está interesado en tener una opinión ilustrada, por qué habrían de quererlo, cuando todos sienten que tienen la razón a priori, pasando a ser solo una gran pérdida de tiempo el informarse y aprender.
   
 Esto nos ha llevado a creer que somos modernos Leonardos Da Vinci, vale decir personas que sabemos de todo en los campos más diversos como la ciencia, la política, las artes, la ingeniería, la economía, etc.
 Esta es una de las paredes más terribles de nuestra caja porque siendo ya la ignorancia en si grave,  es doblemente grave creer que no lo somos, puesto que por lo menos el que se sabe ignorante sabrá callar y mejor que eso, puede que estés dispuesto a aprender de los que sí saben. Como lo dije antes el efecto de esto no es menor porque nos lleva a tomar decisiones que podrían tener efectos muy nocivos en nuestra vida y apoyar causas que pueden generar mucho daño colectivo.

El relativismo llevado a nuestra vida diaria es equivalente a dispararnos en los pies en cada momento, puesto que por nuestra propia ceguera y arrogancia perderemos oportunidades o no seremos capaces de ver lo que es realmente mejor para nosotros.

Y lo más triste que si al final nuestra vida fue un fracaso, que es lo más probable, los culpables siempre serán todos los demás puesto que ya no podremos reconocer que no siempre tuvimos la razón.          

domingo, 7 de septiembre de 2014

3° Pared: Lo malo que me pasa es siempre culpa de los demás

Describiré la esencia de esta 3° pared de la caja que nos encierra, invitándolos a responder las siguientes preguntas referidas a aquellas personas que conocemos: ¿Quién conoce a alguien que de buenas a primeras reconozca haber sido culpable en un choque con otro automóvil? o ¿A alguien que al ser despedido de su trabajo, diga que fue porque él no hizo bien las cosas? o
¿A alguien que  al fracasar en una relación de pareja, diga que fue el principal responsable? o ¿A alguien que habiendo fracasado en un negocio con un socio, reconozca haber sido el principal culpable? Por lo menos yo no, puesto que siempre conozco a los que fueron chocados, a los que fueron despedidos sin razón o por envidia, a los que los fracasos de pareja son culpa del otro y a los que el negocio fracasó por culpa del socio. Es decir, cosa muy rara, yo conozco siempre a los perfectos, a los buenos, a los trabajadores y los honrados.

La verdad es que no es así, puesto que lo anterior refleja la incapacidad generalizada que tenemos los seres humanos de no sentirnos responsables de lo malo que nos pasa y actuar de manera pueril o infantil (puesto que estos efectivamente no son responsables de lo que les pasa) ante los problemas, crisis y dramas que vivimos. Encontramos muy cierto el dicho  “el que siembra vientos cosecha tempestades” pero solo cuando se lo aplicamos a los demás, nunca a nosotros. 

Una de las situaciones más patéticas que uno puede ver de esta pared en acción, son las continuas acusaciones mutuas de los políticos de las distintas tendencias (y épocas), respecto a las causas de los fracasos de los planes del gobierno de turno. Si sucede que son gobierno, los planes fracasan porque la oposición los boicotea. Si en cambio son oposición, los fracasos de deben a que los del gobierno son unos ineptos. Pero cuando se invierten los papeles las acusaciones son exactamente las mismas. La guinda de la torta es cuando en un país no hay oposición e igual se fracasa. En tal caso la culpa es de otros países. Por último es patético ver como cuando un político es descubierto en situaciones o delitos flagrantes su respuesta inmediata es que es un montaje de la oposición. 

En lo que respecta a la pared aquí planteada, lo llamativo de esto no es que esto pase, sino darse cuenta que los políticos estén genuinamente convencidos que tienen razón, dando con esto un ejemplo total de inconsecuencia. Para reírse son ya los sesudos análisis que ellos mismos hicieron en Chile después de la última elección presidencial tratando de encontrar las causas de la gran abstención que hubo, especialmente entre los jóvenes, sin reconocer jamás que ellos, con actitudes como las descritas, son los únicos responsables de ese desencanto. 

Una derivada importante e igual de nociva de esta pared, es la incapacidad que tenemos de mirar lo que nos pasa desde la perspectiva de los otros. Tenemos la convicción  absoluta, pero errada, que lo que pensamos, lo que creemos y la interpretación que hacemos del mundo, es la única correcta y encontramos muy inteligentes a aquellos que piensan como nosotros. Resulta patético escuchar una conversación entre dos personas porque ambas hablan con la total convicción que tienen toda la razón en lo que dicen, especialmente cuando están hablando mal de un tercero no presente en la conversación. No existe ningún instante en el que uno de los dos diga “y si no fuera así”.

Lo que policías, fiscales, psicólogos, abogados, jueces y jurados, todos profesionales en conocer la verdad, se demoran años en investigar y esclarecer (cuando lo logran), el hombre común lo resuelve en un instante, sin pensar ni por un  momento que puede estar equivocado. Esto no solo se aplica en las relaciones persona a persona, sino que también a gran escala. Es así por ejemplo como los católicos piensan que los musulmanes están equivocados y más duros todavía, estos últimos creen que todos los que no son musulmanes son infieles y deben ser convertidos y son eliminados.  


Esta es una de las paredes que más nos encierra en nosotros mismos, puesto que representa la estrechez en la mirada con la que vemos el mundo desde la creencia que somos infalibles, pared que se ha creado cada uno de nosotros y que lleva aparejada, por un lado el no crecer como personas y por otro, obtener resultados funestos para nuestra vida, con el consiguiente alejamiento de personas que nos podían haber aportado mucho en nuestro crecimiento. Y es así como nos alejamos de hermanos, tíos y amigos e incluso muchas veces a nuestros propios padres, convencidos que Dios nos premió con el don de tener siempre la razón y mientras el otro no lo reconozca no merece mi perdón.  


Hasta la vista

Un abrazo a todos

Patricio

viernes, 5 de septiembre de 2014

4° Pared: La exclusión de los demás

Han tomado consciencia de la fuerza que tiene como herramienta de marketing el concepto de exclusivo. Esto lo podemos ver por ejemplo en la publicidad de casas y a veces de barrios enteros cuando como gancho publicitario dicen “venga a vivir a un lugar exclusivo como usted se lo merece”.

Este concepto explota del ser humano actual lo que constituye hoy en día la 4° pared de la caja de Gaspar Hauser en la que nos hemos metido, la que podríamos describir como “sentirme exclusivo me hace verme como mejor que los demás”. Dicho de otra forma para sentirnos superiores excluimos de nuestro entorno a los que consideramos inferiores a nosotros.

Observen por un momento el orgullo y superioridad que evidencian quienes en un aeropuerto o en un banco utilizan la fila VIP y para que hablar de la actitud que exhiben los que en un avión están sentados en primera o business cuando pasan hacia sus asientos los de la clase turista.

En Santiago de Chile es muy conocida la Plaza Italia como lugar que separa a pobres de ricos (sin que sea necesariamente cierto). Esto lleva por ejemplo a que una de las primeras cosas que se trata de indagar respecto a un desconocido es si vive de la Plaza Italia hacia arriba (con lo que se supondría pudiente) o hacia abajo (con lo que se supondría no pudiente).


En toda Latinoamérica en las empresas el sistema de contratación y ascenso es predominantemente por amistad o contactos y no por méritos lo que incide de manera radical en la dificultad para salir del subdesarrollo. Vale la pena traer a colación lo que Nicolás Eyzaguirre, flamante ministro de educación designado del futuro gobierno de Michelle Bachelet, expresó recientemente en un programa de televisión: "Fui a un colegio cuico (caro, de estratos sociales altos). Fui al Verbo Divino, y les puedo decir que muchos alumnos de mi clase eran completamente idiotas; hoy día son gerentes de empresa. Lógico, si tenían redes. En esta sociedad no hay meritocracia  de ninguna especie”. A pesar que el futuro ministro tuvo que pedir disculpas públicas, no cambió su opinión, sino que sólo dijo que lo disculparan por usar la palabra idiotas. Es tan cierto esto que en la mayoría de las grandes empresas chilenas para contratar a alguien valoran como  más importantes que los méritos como estudios, experiencia y resultados obtenidos en otras empresas, son el apellido, la comuna donde vive y el colegio en el que estudió. 

Se crea así un sistema de castas sociales, cada una con su propio lenguaje y códigos que a su vez sirven como señales de alarma para detectar y alejar a miembros  de castas consideradas  inferiores como si de leprosos se tratara sistema que cruza transversalmente a toda la sociedad. Así por ejemplo los Cuicos usan las palabras o expresiones pollera, hot dogs, matrimonios y tomar el té para lo que las castas “inferiores” llaman respectivamente faldas; completos; casamientos y tomar once, transformándose estas últimas en palabras prohibidas para los arribistas sociales, por lo que para mantener una conversación con algún cuico deben mantenerse concentrados y guay si se les llega a salir una de las palabras prohibidas pues son inmediatamente discriminados, si no abiertamente sí de manera silenciosa.

Este sistema de exclusión del considerado inferior es mucho más fuerte que las creencias religiosas, puesto que por ejemplo la religión católica, mayoritaria en Chile, discrimina abiertamente a otros católicos de barrios considerados de más bajo nivel, no teniendo en cuenta que el mensaje de Cristo es un mensaje de inclusión del otro y de no discriminación del considerado más débil o derechamente del pobre. Pocos autodenominados cristianos hacen carne de la frase de Cristo “lo que le haces al más humilde de mis hermanos, a mí me lo haces”; ni menos del principio esencial del Cristianismo resumido en la frase “Trata a los demás como quieres que a ti te traten”. Nadie que no observe y practique estos dos principios puede considerarse un verdadero cristiano con lo que las estadísticas de cristianos en Chile caen de más del 90% a menos de un dígito.
                     
Como expuse antes, el asiento psicológico de la exclusión es el hacernos sentir superiores a los demás, sin pensar ni por un momento que esta carencia psicológica y espiritual ha sido la causa, entre otras, de atrocidades tan grandes como el Nazismo, cuyos integrantes excluían a todos los que no fueran Arios entendida por ellos mismos como la raza superior y también de la guerra de los Balcanes en la cual los Serbios hicieron lo mismo, siendo uno de los episodios más tristes la matanza de Srebrenica,
Srebrenica
donde asesinaron a miles de hombres en su mayoría civiles, mujeres y niños con la excusa de limpiar la zona de musulmanes. Lo horroroso de esto último es que esto paso hace menos de 20 años en países supuestamente más desarrollados que los nuestros, lo que muestra que la exclusión no es meramente un problema de países tercermundistas. En estos dos casos terribles se evidencia que los que no son de mi casta, dejan de ser personas y valen menos que animales. 


Como contrapartida los hombres más grandes de la humanidad como Gandhi, Mandela, Martin Luther King, la Madre Teresa, el Padre Hurtado, etc. fueron personas que no excluían a nadie, sino que por el contrario su principio era la Inclusión. Como sabemos, la Madre Teresa vivía entre los leprosos, Gandhi entre los Intocables la casta más baja del Hinduismo y el Padre Hurtado entre los pobres.        

Siendo el Nazismo y la guerra de los Balcanes casos extremos del concepto de exclusión, en general en términos de relacionamiento social este principio predomina con mucha fuerza en el mundo actual, lo que lleva en las ciudades a la creación de verdaderos Ghettos desde los cuáles es muy difícil salir por todo lo que señalábamos antes. 

Favelas y Lujo

La exclusión del otro para sentirme falsamente mejor que los demás, es una de las paredes más terribles de la caja en la que nos hemos encerrado a nosotros mismos y que al igual que a Gaspar Hauser nos obstaculiza para ver realmente el mundo que hay más allá del Ghetto en el que estamos, impidiéndonos gozar de todo lo que ofrece un mundo más amplio y también crecer como personas.